El dolor de Marilyn Monroe

Hola Marilyn

Hoy he tenido un día específicamente sensible y no se me ocurrió nada mejor que leerte… es tan difícil hacerlo. Porque saber que no estás y que cuando lo estuviste no había paz en tu vida sino un constante abuso.

Me duele esto:

Me estoy quedando ronca de tanto suplicar misericordia; afónica de pedir perdón y piedad. Me tiemblan todos los huesos y ya no puedo implorar más compasión y, sin embargo, todavía no sé qué pecado he cometido. Todavía no sé por qué merezco ser castigada. No lo sé. He sido educada así, para convencerme de que soy culpable de antemano. Y tengo miedo. Pienso: y tengo miedo.
No, no creo que me haya educado mal, en absoluto. Es más sencillo: ella no me educó. Pasé mi infancia en hogares ajenos y en orfanatos. Nadie me ha educado nunca. Nadie me ha querido. Nadie me ha dicho nunca lo que era la vida, lo que me iba a encontrar.
No lo sé, ninguna información en particular. No se trata de eso. Pero hay cosas que los niños deben saber.
Deben saber que les quieren, por ejemplo.

Si en este momento fueras una niña, quisiera ser tu padre; llenar tu vida de confianza y amor. Creo que eso es fundamentalmente ser padre. Respetar ese ser delicado, defender sus sueños. Puedes equivocarte, aunque el amor filiar también puede suplir los errores.

Pero no tuviste padre, se largó y te dejó a cargo de una demente que también te abandonó. No era su culpa tampoco, estaba enferma.

Las cosas son así Marilyn, la vida no podemos elegirla, quizás darle algo de forma, intentar moldearla todo lo mejor que podamos. Pero ha dependido ésta de tantos factores… Piensa que tú eras un bebé, nada podías hacer por ti misma y te golpearon y lo mismo como niña; dime acaso si no es así, ni siquiera la sociedad te da derecho a elegir, hace y ordena lo que a cualquier extraño le parece. Y así seguimos… nos hacemos adultos y esa libertad de acción tan deseada siempre se encuentra con un muro. La vida a veces me parece como una tela de araña, te atrapa y quedas a disposición de la araña.

Hasta la próxima preciosa,
Manuel